Como un barquito de papel
me siento a la deriva;
llevado por el ímpetu de las aguas cristalinas
a un final incierto, desconocido.
Navego a diario sobre aguas turbulentas
que zarandean mi frágil estructura,
removiendo mis cimientos,
tras años de frenética locura,
navegando por ríos de alcohol, evadiendo la realidad
encerrado entre las cuatro paredes del yo,
evitando ser maltratado por las fuerzas oscuras,
que por lo general, vienen con bonitos ojos
y una tierna sonrisa, que se apodera sin compasión
del corazón cuando es entregado en libertad.
A la deriva cual barquito de papel,
—hoy aquí—, avanza mi vida. Sin ti
que eres mi último querer.