Voces mudas habitan mi cabeza solitaria,
silenciosas mortifican mi conciencia,
me torturan más allá de la misma locura,
voces sigilosas insisten en recordarme: que estoy vivo.
…
Mi cabeza no se queda quieta, recuerda, recuerda, recuerda;
insisto en no olvidar tu tierna sonrisa,
que como una carcajada retumba en mi testa.
No me deja tranquilo, insisto en recordarla.
…
Tu voz una melodía que se esfuma en la ironía, una sinfonía,
insiste en habitar mi cráneo solitario. Hecho un tormento.
Me arranco los cabellos ante tal desespero, no espero;
pero insistes en vivir en mi cerebro.
…
Ahora… ¿Qué hago?