Un esqueleto vestido de frío con manta de hielo,
ese es mi corazón y no falta razón,
pues, tu indiferencia es un millón de espinas
clavadas sin compasión, en el centro del corazón.
…
Ni un saludo, ninguna conversación, ni un hasta luego,
solo silencio que invade de frialdad cualquier razón.
Tu indolencia es intolerable, rompe el alma, la emoción;
obscurece el día más brillante, eclipse total de sol.
…
Mi esqueleto que viste una manta de hielo derretido,
se muere de soledad sumergido en un mar de ansiedad;
extraño días antiguos, donde la conversación,
mientras caminábamos, era el centro de nuestros encuentros.
…
Hoy el silencio es un desencuentro.