Camino por las calles grises cubiertas de esmog,
mientras, habito mis propios pensamientos,
me sumerjo en ellos, bañándome de nostalgia,
tu imagen aferrada con garras, sangra el alma.
Miro las vitrinas de los locales comerciales
con la esperanza de encontrar tu imagen fugitiva,
de sentir tu perfume en el aire contaminado
de la calle principal del barrio Central.
Sumergido en mis propios pensamientos
me ahogo en un mar de auto conmiseración,
sin querer castigo el corazón derrotado por el dolor,
buscando justificaciones para olvidarte,
para que tu imagen y tus olores
se evaporen con el primer rayito de sol.
No quiero pensar en ti.
No puedo evitarlo.
Mi corazón sigue sangrando de dolor.
¡Hasta cuándo!
—Hasta que el corazón y la razón se rindan.