1. Un árbol especial
Ahora recuerdo un árbol [y llevó una semana pensando en ello].
De niño tal vez el árbol de cerezo en la casa de mis primos,
un árbol torcido que parecía un camino al cielo.
Nos subíamos traviesos a mirar la ciudad desde lo alto,
si, la casa de mis primos quedaba en las montañas
arriba de Bogotá y abajo de Monserrate.
2. Otro árbol recordado
Un gigantesco eucalipto derribado por un rayo.
El tronco seco y que no se quemo por la acción de la furia,
permaneció tirado durante años en el patio de la casa.
En las tardes me sentaba a mirar el ocaso de montañas azules
y trataba de adivinar dónde quedaba Bogotá oculta por las nubes,
el árbol seco era mi amigo en aquella soledad de las tardes.
3. Árboles fantasmas
Un cielo azul transparente como telón de fondo, sin sol sin luna.
Un camino dorado de hojas caídas en la noche —brillaba al amanecer,
hileras de árboles a cada costado como fantasmas milenarios
vigilan con recelo el antiguo camino romano.
Mis ojos que no ven se asombran de ver por primera vez —sí
de ver por primera vez —la magia del otoño y los árboles fantasmas.