A Nicanor Parra
Nací un miércoles lluvioso a las once de la mañana. Mi padre era policía en ese entonces, y madre ama de casa, que era igual a sirvienta de casa. Mi madre tenía veintidós años aquel día, los había cumplido en marzo; mi padre cumpliría veinticuatro a comienzos de diciembre, a ellos le debo la existencia en especial a mi madre, que es una mártir en vida. Estatura mediana y problemas de miopía, son mis características físicas heredadas de mis antepasados, nacidos en el tolima, por un lado, y en boyacá, por el otro. Mi infancia entre lágrimas y risas en el pasado ha quedado, con historias tristes que es mejor no recordar, porque aprisionan el alma. Por suerte fui a la escuela aprendí a leer y a escribir con la profesora bertha, no me gustaron las matemáticas ni el inglés, que ahora si me hacen falta. Ayudante de sastre, oficio que aprendió mi padre trabajando en la policía, aprendí algunas cositas, algunas se han olvidado, otras las practico a diario, como la labor de planchado. Limpié pisos y casas, también hice marquetería durante mis estudios universitarios, y con ayuda de becas y préstamos terminé mi carrera en la facultad de artes. Hoy soy profesor en busca de la pensión.
JR
Bogotá, D.C. noviembre de 2018