Poesía, voz de la espiritualidad.
Papel blanco donde se graba la vida.
Humanidad vestida de palabra,
a través de ella nombramos las cosas.
Otro significado damos a la libertad.
La poesía nos libera de cadenas.
Las palabras abren camino,
muestran el sentido.
En búsqueda de la frontera del silencio
en los límites del yo desnudo, solitario,
de la totalidad, de la vida, del amor,
—aunque nunca se halle.
La poesía se convierte en bálsamo,
catarsis que inunda al corazón en plenitud.
Poesía, no da respuesta a la incertidumbre
en que se ha convertido la vida,
transforma el misterio en preguntas.
Renombrar el mundo con significados,
imaginación, ritmo, música y canciones.
Liberar del espejismo, la casa agitada
en que hemos convertido la palabra.
Renacer de versos de trascendencia universal.
Alma del poeta que nocturno escribe, sonreirá.
“En las paredes de esta cuevapinto el venado…”
José Emilio Pacheco, Prehistoria
En ella —me encuentro,
refugio de mi cuerpo.
En ella me pierdo,
un mundo de fantasmas.
Cubierto por un manto
de estrellas sin luz,
escribo en un cuaderno
un canto —puede ser.
Refugio de mis penas,
oculto al mundo,
es el único lugar:
ahí, es libre mi mente.
En ella —me reconcilio
con las sombras del pasado.
Viejo lápiz amarillo
No recuerdo el día
el que llegaste a mis manos
—de eso—, hace algún tiempo.
Tu mina de grafito
ha dibujado
cientos de letras,
muchas de ellas, se han borrado.
No sé en qué momento
te fuiste haciendo chico.
Mis dientes como tatuajes
han marcado tu piel amarilla,
sin piedad te mordí,
desfiguré tu cuerpo de madera
—en esos momentos olvidados
de ansiedad—.
Acabé sin piedad
tu hermoso sombrero rojo
y tu cuello de metal
desfigurado está.
Bailaste entre mis dedos,
viajaste colgado de mi oreja.
En algún momento te amé
con intensidad.
Te digo adiós—
te arrojo al bote de basura
sin ninguna consideración.
Sobre la mesa —espera…
un nuevo lápiz amarillo.
El escorpión del loco
ODA A RENÉ HIGUITA
Arquero de la selección
de balompié de Colombia,
sus jugadas de locura
nos hicieron felices y desgraciados.
Higuita ––fuera del arco––
sigiloso, vigilante, loco.
Miró venir la pelota. Minuto veintiuno
de la primera parte.
Partido de fútbol amistoso
entre Inglaterra y Colombia.
Una pelota que parecía inofensiva,
él, se ubicó en posición de guardia.
Seis de septiembre del noventa y cinco.
Retrocedió unos pasos
y sin perder la pelota de vista,
su cuerpo empezó a estirarse,
en el aire se arqueó
desafiante, como imitando
al salvaje alacrán
que levanta su temible cola
para defenderse del ataque mortal.
Dejó pasar el balón
por encima de su cuerpo
para recibirlo con su poderoso aguijón:
Los taches de la suela
de sus sagrados guayos.
Así despejó la pelota
ante el estupor de los jugadores
y la algarabía furiosa del público.
Se levantó impávido
percatándose de su locura:
Acababa de hacer “El Escorpión”.
Una de las jugadas de fútbol
más hermosas de la historia.
Jugada que jamás se olvidará,
como al espectacular “loco Higuita”.
Nota: Oda basada en un artículo del Periódico El Tiempo Digital
Por Pablo Romero, 05 de septiembre 2015
“Una noche de lunami alma te ofrece.”
Federico García Lorca, Balada de un día de julio
El sol se viste de luna,
con ella, la noche eterna —llega.
Azul profundo
viste tu cuerpo.
Tu cuerpo desnudo
se cubre de noche,
vestida de estrellas
desapareces como sombra.
Oscuridad sublime
rayo de luna.
Un fantasma eres tú.
Te veo en la oscuridad,
no te puedo tocar.
Mis manos corren tras de ti.
Tras de ti —mi corazón
que sangra como una fuente.
En esta noche de luna
a la nostalgia canto un poema.
Tu cabello como un río
se me escapa entre los dedos;
tu cabello como la noche
un batallón salvaje de recuerdos.
Azul profundo
viste tu cuerpo.
En tu mirada tímida
se refleja toda la noche.
Sentimientos ocultos en anonimato,
tu pequeña sonrisa muere en la luna.
Oscuridad sublime
rayo de luna.
Amor prohibido —eres un sueño
en la tristeza de la noche.
Tu imagen desnuda danza en mi mente.
Me cubro con la piel del olvido.
Cuando la luna se viste de sol
desapareces al amanecer.